viernes, 5 de septiembre de 2008

ETIMOLOGIA

En sus orígenes más remotos conocidos, a comienzos de los años veinte del siglo XX, el término bachata designaba un tipo de reunión social, emparentada con la jarana de la época, definido por la presencia de varios géneros de música y baile populares. Etimológicamente, la palabra bachata de origen africano y designa la juerga, el jolgorio y la parranda, según Fernando Ortiz.
La bachata constituía una forma de recreación popular: una fiesta que se realizaba en cualquier patio, bajo la sombra de un árbol callejero, o en una esquina cualquiera, y cuyo antecedente africano es evidente, mientras que el antecedente español podemos establecer que fue el fandango, del cual refiere
Marcio Veloz Maggiolo que: "Casi todos los cronistas que tocan este tema lo refieren a una festividad abierta y no a una música".
Las dos menciones más antiguas acerca de la bachata que hemos encontrado en documentos datan de
1922 y 1927. La primera la contiene un informe que se refiere al hombre común del poblado de Sabaneta, en la Línea Noroeste, y dice que este encuentra en el pueblo "todo lo que puede halagar sus vicios y apetitos mal contenidos: peleas de gallos, golosinas y ron; pero lo que más le encanta y atrae es la fiesta (si es de acordeón) o la bachata si es de guitarras y cantos o boleros. Allí se está largas horas, entre trago y trago, sin que le preocupe para nada la heterogeneidad social de conjunto, ni el hálito asfixiante con que el polvo y el sudor enrarecen el ambiente, ni la forma incivil con que se arrebatan unos a otros las bailadoras, hasta que muy entrada la noche vuelve achispado al hogar."
En la segunda, Arzeno definía la bachata como animados jolgorios en los que "el trovador popular se hacía rey y comentarista de todo suceso empleando para ello el repentizado bolero."
De ambas menciones podemos extraer algunas características de la bachata antigua: conjugaba música, canto y baile; el bolero era inicialmente el género predominante, pero se trataba de un bolero rítmico, antillano, puesto que era bailable, lo cual a su vez significa que participaban hombres y mujeres; y era frecuente el consumo de ron.
De estas caracterizaciones se puede colegir que la bachata era un complejo socio-musical africano-europeo, del cual, fundiendo ritmos, melodías e instrumentos y adaptándolos al ambiente nativo, nació posteriormente un modo musical e interpretativo de aspecto autóctono, que es el género musical de la bachata.
Precisamos que en aquellos años se diferenciaban los términos fiesta, baile y bachata, como señalaba
Ramón Emilio Jiménez ya en 1955. Se entendía, comúnmente, que las tres eran celebraciones diferentes: se consideraba baile las que tenían lugar en salones de lujo, donde primaban las danzas selectas de la época, cuya realización se hacía con orquesta; a su vez, las fiestas eran las celebraciones con güira, tambora y acordeón, o sea, donde la música predominante era el merengue, el zapateo y otros ritmos folclóricos similares; las bachatas eran específicamente las celebraciones que se hacían con guitarras, bongó, palitos o cucharas, y otros instrumentos afines, y donde se bailaba predominantemente boleros y guarachas, pero también se entonaba son, ranchera y merengue con guitarra. Pacini Hernandez define la bachata como una música popular dominicana autóctona, que emerge en 1961, teniendo como base las músicas latinoamericanas tocadas con guitarra, como bolero, ranchera y son. Indica, además, que el típico conjunto de bachatas se compone de dos guitarras, maracas -sustituidas recientemente por la güira- y el bongó -sustituido ocasionalmente por la tumbadora-.
En tal celebración los instrumentos eran ejecutados por músicos las más de las veces improvisados y aislados en su medio, lo cual le imprimía a los ritmos que servían al baile las matizaciones propias de aquél universo marginal. Los espacios físicos de las bachatas eran principalmente los habitáculos marginales urbanos o rurales. En el campo, en una sociedad predominantemente rural como la de entonces, podía ser la enramada rústica o la sombra de un árbol, y en la ciudad, el parque o el patio de una vivienda. De esa manera, la bachata se extendió lentamente.
Jiménez, quien, como se evidencia a continuación, detestaba tal celebración, dice: "Las bachatas eran un foco de atracción de todos los hombres, y que nivelaba las clases sociales que a ellas concurrían, predominando las formas más burdas y libres de la democracia, el arroyo en toda su naturalidad pecaminosa". Sobre el escenario favorito para ese desborde de pasiones "pecaminosas", lo que él llamaba "placer disoluto", era "una salita impregnada de fuertes esencias" que parecían "conjuradas para desafiar la honestidad y poner sobre las armas los sentidos. Las más airosas formas de suburbio están allí desafiadoras y audaces". Y agrega: "La presencia del trago, la tonada zandunguera y las ansias provocadas por las guapas indias de pícaros ojazos de noche, maestras en el arte de imprimir temblores a su fresca carne virgen, quebranta la tranquilidad nocturna de la barriada para ceder espacio a la acción de bachatear o jaranear".
El nombre designaba, pues, más que un tipo de música, un ambiente social de vecindario o de barrio, definido básicamente por la presencia del baile y un conjunto de músicas populares. Esa diversión "conjugaba música, baile, relaciones amorosas, galanteos, amistades, alcoholismo y otras muchas actitudes".
La música previa solía ser heterogénea, pero la línea temática esencial de sus canciones, al decir de Jiménez, era desde un principio de corte trágico-melancólico; enfocaban la traición amorosa, al desprecio, recuerdos de ayer, los obstáculos que impedían la felicidad, el agobio económico; en otras palabras, tenía un texto narrativo y descriptivo, con frases figuradas muchas veces cargadas de doble sentido.
Por su origen y social y su temática, desde un principio aparecieron sectores aficionados a la bachata casos de los Tabas, campesinos y peones, entre otros. Puede señalarse que en estos grupos sociales, "la música es síntesis de cientos de años de vivencias en la marginalidad".
En relación con ellos surgieron distintas denominaciones para la bachata, con sentido peyorativo, tales como: "música de guardia", "canciones de amargue:", o "discos de vellonera".
En general, esto no era más que evidencia de la actitud despectiva predominante en la sociedad formal acerca de lo popular, y que implicaba al merengue y a la bachata tanto como a las demás músicas populares, y casi todas las actividades de las clases populares: música, arte, recreación. A todos estas manifestaciones se les consideraba "bajas" por su origen social plebes, inmorales, indecentes, impuras, pecaminosas. estas nociones puritanas de lo social, lo moral y lo cultural, resultan de interés en cuanto implicaron una aversión ideológica hacia lo popular, íntimamente asociada al predominio de la cultura autoritaria en la elite hegemónica en la sociedad.
A partir de los años treinta, el tipo de celebración que era la bachata se extiende hasta los bares, casas de cita, y lugares similares. En el
Santo Domingo de la época posterior al Ciclón de San Zenón (1930) se recuerda el sitio denominado El Yarey, situado en el barrio de Villa Francisca, periférico a la ciudad de ese entonces. En Santiago de los Caballeros era famoso el llamado Callejón de la Alegría, espacio donde por primera vez se usó el saxofón en el Caribe a comienzos del siglo XX en el conjunto denominado Perico Ripiao - que ejecuta el merengue típico dominicano-, y por donde, también, el son cubano reingresó a la República Dominicana alrededor del 1930.
A los grupos que amenizaban las bachatas se les llamaba "conjunto de bachata". Nuestras indagaciones indican que el género musical denominado bachata se originó como resultado de una lenta evolución de la música interpretada en la tipología de reunión social que ese nombre designaba, y que sus creadores anónimos fueron los conjuntos que las amenizaban. Recuérdese que los ritmos que predominaban en ellas eran el bolero rítmico, la guaracha y el son, entre otros, bastante extendidos en las Antillas después de la
primera guerra mundial y con gran repunte, sobre todo del primero, tras la segunda guerra mundial.
Mientras, por una parte,
Juan Luis Guerra reconoce en la bachata "un bolero antillano", otros observan también la influencia de la guaracha y del son. En los años ochentas se puso en evidencia la existencia de dos vertientes rítmicas de la bachata, una pausada y otra acelerada.
Nuestra hipótesis al respecto es que los primeros bachateros crearon una forma propia y acelerada de bolero, con letras similares a la de éste y una manera gangosa de cantar, con una voz de resonancias nasales, y con giros de desgarramiento, dolor y amargura, de ahí el sobrenombre de "
música de amargue" que se le endilgó durante mucho tiempo. Pero a esto habría que agregarle los contenidos a los que hacían apelación las letras de dichas canciones.
La forma musical de la bachata, refleja el predominio del bolero rítmico, que es más acelerado que el tradicional español, y era interpretada por unos músicos generalmente empíricos. A estas formas de canto y de música se le agregó un cambio en la coreografía del baile, incluyendo un elevamiento de los pies al concluir cada ciclo de los movimientos del baile, con lo cual quedó conformado el género como un ente musical y danzario autónomo, en los años sesenta del
siglo XX.
Es probable que los antiguos "conjuntos de bachatas", en sus interpretaciones del bolero la guaracha y el son, chocaran con las limitaciones propias de una débil preparación musical al intentar hacerlo por las reglas. Esto, probablemente llevó a simplificar esos ritmos, dando origen a una nueva forma de musicalización e interpretación, que con el tiempo adoptó el nombre de la actividad que designaba la bachata.
A la caída de Trujillo, la afición por la guaracha era tal, que pronto esa influencia encontró una expresión masiva en un canal tan idóneo como la radio, en una sociedad pre-moderna como la dominicana de aquel entonces. Eso vino a ser La Guarachita, la emisora especializada en esa música, y cuyo nombre salió de la inclinación popular hacia ese ritmo. Este nombre, y el de
música de amargue, durante mucho tiempo se disputaron la denominación del nuevo género, aunque en los lustros recientes el nombre de bachata se ha hecho indisputable.
El nombre mudó del tipo de actividad que designaba, al conjunto musical que la amenizaba, y finalmente al tipo de música que predominó en aquélla, que no era ya, ni bolero ni guaracha ni son, sino algo nuevo, distinto.
Ahora bien, resulta importante establecer dónde y cuándo se produce el paso final hacia la constitución de la bachata como especie musical autónoma. Sabemos lo dificultoso que resulta establecerlo con precisión, principalmente si tomamos en cuenta que la evolución fue espontánea y anónima. De manera tentativa, y en base a los datos que se han podido recoger, se puede sostener la hipótesis de que el paso definitivo se produjo en el ámbito sub-urbano, contrario a la idea de que su origen es rural.
En otras palabras, aunque el término bachata designaba en sus orígenes una actividad de preeminencia rural, por estar inserta en una sociedad también rural, el género musical bachata, que resultó de la evolución de aquélla, es de origen urbano o más bien, sub-urbano, producto de un movimiento de traslación que convirtió a las ciudades en el epicentro de actividad.
El espacio urbano, en comparación con los campos y por razones culturales, era más proclive a favorecer la evolución de los patrones culturales. Esto no ha de extrañarnos, si tomamos en cuenta la explosión demográfica y el brusco proceso de urbanización desde los años cincuenta, producto de una acelerada migración rural-urbana de la población dominicana, cuyo punto más alto comienza con la caída del régimen de Trujillo en
1961.
Asimismo, nuestros datos indican que ese paso se produjo entre
1950 y 1965. Como ya vimos, desde los años veinte, las zonas populares de las ciudades conocían celebraciones de bachatas. Antes mencionamos a Sabaneta, en el Noroeste, y luego El Yarey en el sector de Villa Francisca, en Santo Domingo. En los años treintas, en Santiago de los Caballeros, de donde ya mencionamos el Callejón de la Alegría, donde se conocieron como músicos "bachateros" a Ramón Wagner ("Mon La Bruja"), y al "Conjunto de la mulatería", donde tocaban Jim Sánchez y Morito Sánchez, entre otros.
En esos años alcanzaron popularidad en el país lo grupos cubanos como
Los Compadres, el Sexteto Habanero y el Trío Matamoros, el cual se encontraba en Santo Domingo en agosto de 1930, y en donde pasaron el ciclón San Zenón, el cual dio origen al tema El Ciclón.
Otras evidencias aparecieron en el sector de Borojol de la ciudad de Santo Domingo, con posterioridad a la
segunda guerra mundial.
La periodista Sara Pérez, recogió el testimonio de Pedro María, un músico bachatero de los años cincuenta, quien llegó a ese barrio a comienzos de ese decenio, y tomó parte en las celebraciones de bachatas, en las que, dice, tocaban con todo, incluso a veces bastaba con el toque de dos cuchara, lo cual puede resultar exagerado. Ésta fue la época también en que escribió sus opiniones
Ramón Emilio Jiménez, mencionando el nombre de bachata como actividad.
Ahora bien, el mismo Jiménez apunta los instrumentos que se usaban para entonces en las celebraciones: guitarra, bongó y los palitos o clave. Estos son los mismos con que se originó la bachata musicalmente. Este dato, aunque no es la garantía para afirmar que el ritmo haya surgido para ese entonces, sin embargo, señala un acercamiento hacia ello: indica que la instrumentación básica ya estaba establecida. La transformación parece ocurrir a partir de entonces, y antes de la
Revolución del 24 de abril de 1965, como síntesis de varias confluencias.
Una parte de ese texto fue tomado de "La Pasión Danzaria", que publicó en
2000 la Academia de Ciencias de la República Dominicana, en Santo Domingo y que redactó Darío Tejada.

1 comentario:

Gustavo dijo...

Es interesante, sin embargo, observar la frecuencia de la palabra "bachata", dentro del castellano, en la utilidad de "NGram" de Google. Por razones que me resultan inexplicables, surgen picos de uso que datan del siglo XIX. Todo un misterio.